La verdad es que no entiendo nada.

Tras el auge de las redes sociales y lo que en ellas se refleja de mi vida, sin que yo mismo lo entienda, me di cuenta que tengo varias personalidades o carezco totalmente de alguna. Bienvenidos a la verdadera historia, relatada por letras que yo mismo he decidido poner juntas para lograr que el mensaje llegue con claridad a quienes decidan seguirme. Un poco de humor, realidad, poesía y cuento. Aclaro desde ya que no se si quien escribe es mi verdadero yo o un demonio que decidió emerger a traves de un blog.

Soy el resultado de acción sin reacción, mi causa es difusa.

Pablo Roberto García.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Me llamo Pablo Roberto y pierdo las cosas.

En la misma onda de reconocer errores y carencias, he aquí una que he decidido gritarle al mundo: Yo soy un carajo que pierdo las cosas, en especial mi cartera. Ya está, lo dije. Cuando estaba chamo, o sea, más chamo, mi mamá me decía: "Pablo Roberto, ¿es que acaso tu no aprecias tus cosas?" y por cuestiones de edad, educación y demás afines, nunca llegue a responderle: "Tienes razón, yo las pierdo porque me encanta botar las cosas que para mi tienen valor" esto por supuesto con un tono sarcástico en la voz, tonito que generaría una inminente cachetada o una enjuagada con jabón azul.
Crecí perdiendo mis juguetes, mi ropa, las gorras, la ropa de mis amigos. Llegue a perder inclusive, zapatos, si, o sea, ¿cómo pierdes un par de zapatos? ¿Es que acaso sales a la calle, los botas y regresas a casa descalzo? Bueno, creo que lo hice en algún momento y bueno, ya no tengo esos zapatos, pues.
Hay una lista de cosas que hay que cuidar más que el resto:
1.      Las llaves.
Una de las cosas que más me dolía perder, eran mis llaves, no tanto por la preocupación de: "Ay, chamo, se van a meter en la casa" no, yo siempre he sido muy viva la pepa, sino por la rolitranco de flatulencia que mi mamá me iba a armar, ella no es tan viva la pepa como yo. "Es que tu pareciera que no tuvieras aprecio por lo que tenemos, ya no hablo de tus cosas personales, hablo de tu casa, tu familia. Ahora voy a tener que cambiar TODA las aserraduras de la casa. ¿Tú sabes cuánto cuesta cambiar eso?" Ahí yo decía: "Si mamá, debe ser caro, lo siento" y eso la hacía enojar más. Amigos, cuando tengan una flatulencia con su mamá, quédense callados, no digan nada. Cualquier cosa que digan, será usada en su contra.
2.      El celular.
Perder el celular es una real porquería, lo que provoca es pegarle a la pared, sobre todo por el dolor de testículos que genera el ir a Digitel del C.C.C.T (Yo tenía digítela) y calarse la cola de 3 horas, para tomar el numerito y darte cuenta que si todo sale bien con los 237 clientes en espera, te atenderán en aproximadamente unas 3 horas con 27 minutos. Pero hay un punto positivo en perder el celular en nuestra querida Venezuela y es que, al menos en mi caso, tenía la excusa perfecta para tapar el nivel de despiste que me caracteriza: "Mamá, me robaron el celular" ya está, muerto el perro se acaba la rabia, ¿quién dudaría que a un inocente joven que se mueve por tukilandia en carro, a pie, en moto o en monociclo, lo atacó el hampa? Nadie, pana, te aseguro que terminarás ganándote un abrazo de tu mamá por el hecho de: "Ay mijo, al menos no te paso nada". El problema está en cómo manejar ese ratón moral, es horrible, lo reconozco.
3.      La cartera.
Cuando se está chamo, no hay flatulencia, lo más valioso que había en esa cartera era la entrada de cine con la que saliste la primera vez que te caíste a besos, el carnet estudiantil del año pasado, que tu jevita te regalo. Destacamos que en la foto, la jevita sale con los aparatos sucios, llenos de hamburguesa y los lentes torcidos, pero para ti, esa era la niña más hermosa del mundo y la pulsera de tela ya podrida que te regalaron el día de los enamorados de hace 4 años.
El problema esta, cuando ya estas grandecito y en la cartera esta la licencia, el certificado médico, carnet de circulación o ticket multi viaje del metro, la tarjeta de debito y si eres suficientemente imbécil (como yo) la de crédito también, el carnet de la universidad, el carnet del colegio de abogados y del INPRE abogados. Creo que en ese momento, prefiero las 6 horas y 27 minutos en Digitel del C.C.C.T.
Recientemente, estando aquí en Chicago, (Agreguen a la lista el seguro social, permiso de trabajo, tarjeta de debito gringa) deje mi cartera en un McDonald. "El gran coñisimo de su madre, que idiota soy". A los 4 días recibí una llamada: un niñito encontró mi cartera, me localizó y me la regresó. "Pablo Roberto, eres un desastre" decía para mis adentros. "Cuídala, men, no seas tarado, tu aquí estas sólo, eres un hombrecito ya". A los días, unos 3 o 4, echando varilla con mis amigos que vinieron de visita, perdí mi cartera. Esta vez no sé ni donde, ni cuando, pero la perdí. Ya después de 3 semanas de esperar que otro ángel me regresara mi cartera, me resigne y el día lunes 12, antes de salir a la policía a reportar mi cartera perdida, abrí el buzón de correo. Sorpresa, resulta que el personal de la CTA (Chicago Transit Authorithy) la encontró en la calle y la llevaron al departamento de objetos perdidos.
Aquel que se sienta identificado conmigo, les pido de pana, vamos a estudiarnos, ¿Qué es lo que pasa con nosotros? ¿Es que acaso somos gente extraña o en verdad no nos importa y nuestras madres tenían razón? Vamos a demostrar que si nos importa, que somos gente extraña, pero que podemos cambiar con esfuerzo, dedicación y guardando nuestras cosas en los bolsillos, carteras, bolsos y demás.