La verdad es que no entiendo nada.

Tras el auge de las redes sociales y lo que en ellas se refleja de mi vida, sin que yo mismo lo entienda, me di cuenta que tengo varias personalidades o carezco totalmente de alguna. Bienvenidos a la verdadera historia, relatada por letras que yo mismo he decidido poner juntas para lograr que el mensaje llegue con claridad a quienes decidan seguirme. Un poco de humor, realidad, poesía y cuento. Aclaro desde ya que no se si quien escribe es mi verdadero yo o un demonio que decidió emerger a traves de un blog.

Soy el resultado de acción sin reacción, mi causa es difusa.

Pablo Roberto García.

sábado, 5 de noviembre de 2011

De ilusiones de verdad.

La ilusión es intangible, es invisible, dicen por ahí que es algo que vive en el corazón de cada quien. Intangible, pero se siente cuando no está; invisible,  pero la puedes ver cuando camina y se aleja y vive en el corazón de cada quien, pero sin que nadie se lo pida, decide mudarse o salir a caminar sin rumbo definido y sin fecha de retorno. La ilusión, inclusive, huele bonito, se respira y te pone al frente el más increíble cielo azul cuando de nubes negras realmente está cubierto. La ilusión es ese sentimiento extraño que te pide que sigas luchando, que sigas respirando aunque te estés hundiendo en el agua, es el mejor relleno para un vacio que creó la adversidad.

En un mundo de realidades tan terribles, vivir de ilusiones pareciera ser el camino, pero ¿quién controla el camino cuando se vive de ellas? La ilusión y la verdad deben ir de la mano, me explico, se necesita crear de sentimientos que de verdad existen y además estar sostenidos por una realidad tangible que los haga realidad para alimentar el poder de la ilusión, cuando se acaba la fuerza y el poder, la ilusión se marcha sin querer. No es fácil esto, porque la ilusión es un sentimiento propio que se rige bajo la fuerza y el deseo personal, en cambio la realidad en ocasiones escapa de nuestras manos y no responde a nuestros deseos.  

La ilusión es un síntoma real de locura, cuando le hablas a las personas de tus ilusiones te preguntan en la mayoría de los que si estás loco. Que te pidan que pongas los pies sobre la tierra es algo que, cuando estas lleno de ilusión, te genera esa risita de sobrado y piensas hacia dentro: “Voy a demostrar que los locos son ellos”. Claramente, la ilusión es el camino que decidimos tomar quienes no sentimos miedo de correr en contra de obstáculos, quienes soñamos con que algún día,  seremos capaces de volar.

No es fácil decirle adiós a la ilusión, a esa amiga que te ha mantenido activo, feliz y en pie de lucha. Es horrible darse cuenta que la realidad pudo más y que el mundo a veces golpea a quien decidió soñar. Es entonces cuando frases que escuchaste o leíste y que te dejaron sin palabras en algún momento, las recuerdas con molestia y desencanto. La realidad es que no siempre las cosas se dan y que el universo no siempre confabula cuando de verdad se quiere y se desea algo con el corazón.

La ilusión es una bandera que poco ondea en los días en los que vivimos y considero que la razón es precisamente que en el fondo ya la gente sabe que no es más que un trapito de agua tibia, que te crea mil cuestiones en la cabeza y que luego, cuando llega la hora de decirle adiós, no hay mucho que te ayude a superar ese dolor, generalmente genera sentimientos de impotencia, frustración y fatiga. La ilusión es entonces como un arma de doble filo, es una línea muy delgada que divide lo mágico de la realidad, que separa a un niño de un adulto y que le presta la cobija a quien muere de frio únicamente por 5 minutos.

Vivir de ilusiones es divino mientras las ilusiones duran; es el despedirlas lo que más costoso pareciera y que te hace dudar y escribir estupideces como las que estoy escribiendo hoy. Mi vida es y será siempre amante de los sueños y de ese amor que pareciera imposible, le apuesto a la locura y a la demencia, si la vida fuera fácil, seria aburrida, le apuesto a la lucha abnegada por conseguir que se dé todo lo que planeamos y vivimos juntos viajando en nuestra imaginación, creo que valdrá la pena.

Pablo Roberto
Sr. García